Debemos de transmitir en el aula que la vida del alumnado depende de sí y que deben vivirla en base a unas metas bien establecidas fruto del conocimiento que tengan de su persona, su propia confianza y la correcta toma de decisiones. Esto les llevará sin duda a liderar sus vidas, tomando el control íntegro de ellas y no dejándose llevar de forma inconsciente y descontrolada por los demás.
La base del coaching educativo consiste en elevar la conciencia, mejorar la autocreencia y desarrollo de la responsabilidad, en primer lugar de cada docente y está a su vez en el alumnado. Es decir, la consecución de estos tres Objetivos, incrementar la consciencia, mejorar la autocreencia, desarrollar la responsabilidad, unido a una actitud positiva son la clave para potenciar el desarrollo humano y conseguir un desempeño eficaz en cualquier actividad, incluida la docencia.
Incrementar la conciencia del docente y del alumnado
La conciencia es un elemento clave dentro del coaching educativo, ya que implica darse cuenta de lo que ocurre en el entorno educativo. Esto implica que cada docente debe saber observar, interpretar y analizar correctamente el entorno de aprendizaje de su alumnado.
La conciencia implica adquirir un conocimiento de algo a través de la reflexión, la observación o la interpretación de lo que uno ve, oye y siente. (Diccionario Merrian Webster)
Vemos como confluyen tres elementos importantes: observación, interpretación y análisis. Después de este proceso interno, no visible, que ocurre cuando tomamos conciencia de algo se produce la conducta. A este proceso se le conoce como proyección y no es más que la exteriorización de la conducta en función de los datos observados, interpretados y analizados. Pues bien, en la docencia es fundamental que esta conducta o proyección se produzca y sea lo más racional y objetiva posible, puesto que si no hay proyección difícilmente habrá cambios en la personalidad de nuestro alumnado.
No solo debemos desarrollar esta conciencia en nuestro perfil docente, sino también en el del alumnado. Está comprobado que elevar la conciencia del alumnado les ayuda a conocerse mejor a sí mismo y a su entorno, lo que les dotará de mayor confianza a la hora de realizar cualquier tarea. Para aumentar tanto nuestro nivel de conciencia como docentes como el de nuestro alumnado, es fundamental hacer un ejercicio de autoobservación y de atención concentrada más en pequeñas partes que en el todo general.
Mejorar la autocreencia
El segundo elemento clave del coaching educativo es la autocreencia, entendida esta como la capacidad que la persona tenga de entender que puede conseguir lo que se proponga, es decir creer en sí misma y confiar en que puede conseguir sus metas.
Si nos trasladamos al aula y nos encontramos con estudiantes que creen en sus capacidades, esto se reflejará también en su confianza y autoestima, así como en creer en su grupo y su entorno en general.
La autocreencia es una capacidad esencial en el sentido de que eleva al alumnado a un estado positivo, de confianza y creencia en el cambio, que lo dirige hacia el desarrollo académico y personal.
Vemos que conciencia y autocreencia están íntimamente relacionadas, ya que derivan a estados emocionales de confianza y autoestima. Es por ello, que fácilmente si desarrollamos una tendremos más probabilidad de desarrollar la otra en nuestro alumnado.
Desarrollar la responsabilidad
Ya como último elemento clave dentro de este proceso de coaching educativo nos encontramos con el desarrollo de la responsabilidad. Este término puede entenderse como sinónimo de obligación y en coaching queremos mostrarlo desde otra perspectiva, en el sentido de competencia para tomar decisiones de manera autónoma.
Desarrollar la responsabilidad en el alumnado requiere generar un compromiso por sus actos, es decir, deben responsabilizarse de sus acciones, pero también requiere que aprendan a responder ante las tareas que nosotros le pidamos.
Si desarrollamos en el alumnado un sentido de responsabilidad y compromiso con ellos mismos y con sus vidas, mejorarán en desempeño y reflejarán un mayor desarrollo académico y personal. Cuando asuman su responsabilidad avanzarán hacia el cambio y sabrán reformular positivamente lo negativo, convirtiendo los fracasos en oportunidades y en posibilidades, llevando a la acción lo que se propongan y mejorando sus resultados.