La guía parte de la idea de que es imposible que todas las decisiones que toman los hijos/as gusten a los padres, y por supuesto, que todas las decisiones que toman padres y madres
gusten a los hijos e hijas. Por lo tanto, es habitual que los conflictos y la toma de decisiones que supone su gestión aparezcan juntos en cualquier ámbito familiar.
El conflicto surge cuando dos o más miembros de la familia perciben o tienen intereses contrapuestos, decisiones incompatibles. Tener intereses diferentes no necesariamente constituye un conflicto. Para que sea conflicto han de chocar esos intereses. Damos por hecho que en una familia el interés de las personas adultas es el bienestar de los menores, por lo que no hablamos de intereses esencialmente contrapuestos, sino de formas diferentes de entender ese bienestar.