La necesidad de la Formación para el desarrollo de las competencias de la función directiva

Los centros escolares como cualquier otra organización están sometidos a los cambios propios de la sociedad, por lo que adaptarse al entorno y responder a sus demandas es uno de los propósitos que han de contemplar las instituciones educativas y, por tanto, el equipo directivo y muy especialmente quien dirija  cualquier centro educativo.
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Los centros educativos, igual que cualquier otra organización, están inmersos en un contexto de cambio permanente: transformaciones sociales, avances tecnológicos, nuevas normativas, demandas de las familias y del entorno… En este escenario, la función directiva ya no puede entenderse solo como un cargo administrativo, sino como un liderazgo pedagógico, organizativo y humano que requiere competencias muy específicas y una formación continua.En este artículo vamos a profundizar en por qué la formación es imprescindible para el desempeño de la dirección, qué competencias resultan clave hoy en día, cómo se relacionan con el liderazgo para el aprendizaje y de qué manera la formación especializada puede ayudar a directores, directoras y equipos directivos a afrontar los retos de la escuela del siglo XXI.

Centros educativos en cambio constante: por qué la función directiva exige nuevas competencias

La escuela como organización social en transformación

Un centro educativo no es solo un edificio donde se imparten clases; es una organización social compleja, con su propia cultura, sus normas, sus relaciones de poder y sus expectativas internas y externas. Como cualquier institución, está sometida a los cambios de la sociedad en la que se inserta: nuevas formas de comunicación, diversidad cultural, cambios en la estructura familiar, avances en la investigación educativa, etc.

Esto implica que la dirección escolar debe aprender a leer el contexto y a responder a sus demandas: adaptar proyectos educativos, revisar normas de convivencia, gestionar recursos de manera eficiente, innovar en metodologías y, al mismo tiempo, mantener la coherencia y la estabilidad del centro.

Una dirección que no actualiza sus competencias corre el riesgo de quedarse anclada en un modelo de escuela que ya no responde a las necesidades reales del alumnado, de las familias ni del entorno social.

Rol socializador del centro y responsabilidad de la dirección

Los centros educativos cumplen un papel socializador fundamental: transmiten valores, normas, hábitos de convivencia y formas de entender el mundo. La dirección, por tanto, no solo gestiona horarios y recursos, sino que influye directamente en cómo el centro ejerce ese rol socializador.

La manera en que se organiza el centro, las prioridades que se establecen, la gestión de los conflictos, el clima de trabajo entre el profesorado o la relación con las familias están profundamente condicionados por la visión y las competencias de la persona que ocupa la dirección.

Qué es la función directiva en un centro educativo hoy

Estructura organizativa y marco normativo de la dirección

Para ejercer la función directiva es imprescindible conocer en profundidad el marco organizativo y normativo de los centros educativos: estructura jerárquica, órganos de gobierno, órganos de participación, normativas autonómicas y estatales, responsabilidades y límites del cargo, etc.

  • Dirección y equipo directivo: dirección, jefaturas de estudios, secretaría, coordinaciones, etc.
  • Órganos colegiados: consejo escolar, claustro, comisiones de convivencia, comisiones de coordinación pedagógica.
  • Estructuras internas: departamentos, ciclos, equipos docentes, equipos de orientación.

Comprender cómo se articula esta estructura permite tomar decisiones coherentes, distribuir responsabilidades, fomentar la participación y garantizar que el centro funciona de forma alineada con la normativa y con su proyecto educativo.

Proyecto de dirección: pieza clave para la organización interna

El proyecto de dirección es el documento estratégico que concreta la visión del centro y la hoja de ruta para los próximos años. En él se definen objetivos, líneas prioritarias de actuación, estrategias, indicadores de evaluación y, en definitiva, la forma en que se quiere orientar la vida del centro.

Elemento del proyecto Qué aporta
Diagnóstico de la realidad Permite conocer fortalezas y debilidades del centro para planificar con realismo.
Objetivos estratégicos Orientan la acción del equipo directivo y del profesorado hacia metas compartidas.
Plan de acción Concreta tareas, responsables, tiempos y recursos necesarios.
Indicadores de evaluación Posibilitan valorar el grado de cumplimiento y ajustar las decisiones.

Elaborar y revisar este proyecto no es un mero trámite administrativo: es un ejercicio de liderazgo y planificación que requiere competencias técnicas, organizativas y también emocionales, ya que hay que implicar a otras personas, generar consenso y manejar resistencias.

Agentes implicados y coordinación para alcanzar los objetivos del centro

Ningún director o directora trabaja en solitario. En un centro educativo confluyen múltiples agentes: profesorado, alumnado, familias, personal de administración y servicios, administración educativa, entidades del entorno… Conocer el marco en el que se desarrolla la actividad de cada uno y establecer canales de comunicación claros es clave para avanzar hacia los objetivos del centro.

Una dirección competente no consiste en “mandar más”, sino en coordinar mejor, escuchar, delegar y alinear a la comunidad educativa en torno a unos objetivos compartidos.

Esta coordinación exige habilidades específicas: capacidad de diálogo, gestión de equipos, negociación, visión sistémica y, por supuesto, formación para entender la complejidad de los procesos organizativos.

Liderazgo pedagógico y mejora de los aprendizajes del alumnado

Del despacho al aula: vincular liderazgo y resultados educativos

En la actualidad, la dirección pedagógica se considera un factor de primer orden en la mejora de la educación y una prioridad en las agendas de las políticas educativas. Como señala Bolívar (2010), uno de los objetivos esenciales es vincular el liderazgo con el aprendizaje del alumnado.

Un liderazgo centrado en el aprendizaje no se queda en la gestión burocrática. Se pregunta, ante todo:

  • ¿Qué impacto tienen nuestras decisiones en la calidad de la enseñanza?
  • ¿Están mejorando los aprendizajes del alumnado con las estrategias que aplicamos?
  • ¿Qué contexto necesita el profesorado para hacer bien su trabajo?

En definitiva, el foco no está solo en “que el centro funcione”, sino en crear las mejores condiciones posibles para enseñar y aprender.

Las 5 dimensiones de liderazgo eficaz de Viviane Robinson

Viviane Robinson (2007), apoyándose en estudios cuantitativos que vinculan liderazgo y resultados del alumnado, identifica cinco dimensiones de liderazgo que se asocian a un mejor desempeño académico. Son una guía muy útil para orientar la formación de equipos directivos:

  1. Establecimiento de metas y expectativas.Supone definir objetivos de aprendizaje claros, relevantes y medibles, comunicarlos a toda la comunidad educativa y realizar un seguimiento sistemático de los mismos. Metas bien formuladas dan sentido a la acción, ayudan a priorizar y permiten al profesorado sentir que controla la situación, en lugar de verse arrastrado por las exigencias externas.
  2. Obtención de recursos en forma estratégica.Implica alinear la selección y distribución de recursos (materiales, temporales y humanos) con las prioridades del centro. Incluye la adecuada selección del personal docente, la organización de horarios, el acceso a materiales didácticos y el uso de apoyos, evitando la fragmentación y manteniendo un enfoque de mejora escolar coherente.
  3. Planificación, coordinación y evaluación de la enseñanza y del currículum.Requiere una implicación directa en la mejora de la enseñanza: visitas regulares a las aulas, observación de prácticas, coordinación entre docentes de diferentes niveles y etapas, y evaluación basada en evidencias. La coherencia curricular y metodológica aumenta las oportunidades de aprendizaje para todo el alumnado.
  4. Promoción y participación en el aprendizaje y desarrollo docente.Si la calidad de cada docente influye de forma directa en las oportunidades del alumnado, la dirección debe promover y participar en la formación permanente del profesorado. No solo favorece que existan espacios formales e informales de aprendizaje profesional, sino que se implica en ellos, compartiendo procesos de reflexión y mejora.
  5. Aseguramiento de un entorno ordenado y de apoyo.Consiste en organizar el centro y las aulas de manera que se reduzcan las interrupciones, las presiones externas y los tiempos muertos, protegiendo al máximo el tiempo y el espacio dedicados al aprendizaje. Un entorno ordenado, seguro y de apoyo facilita tanto la enseñanza como la convivencia.

Estas dimensiones muestran que la función directiva es mucho más que “gestionar papeles”: exige competencias de liderazgo pedagógico y una formación que permita ejercerlo con solvencia.

Habilidades y competencias clave en la dirección escolar

Gestión de relaciones humanas: familias, profesorado, alumnado y administración

Diversas investigaciones han mostrado que una buena parte del tiempo de un director o directora se dedica a gestionar relaciones humanas: con su equipo directo, con el profesorado, con el alumnado, con las familias, con la administración educativa, con representantes de la entidad titular del centro, con proveedores, medios de comunicación locales, etc.

Esto significa que la persona que ejerce la función directiva necesita, además de conocimientos técnicos y administrativos, una serie de habilidades relacionales e interpersonales sin las cuales el día a día se vuelve mucho más complicado.

Interlocutor Relación clave Competencias necesarias
Profesorado Coordinación pedagógica, apoyo, evaluación. Comunicación clara, liderazgo, acompañamiento, feedback constructivo.
Familias Información, colaboración, gestión de expectativas. Asertividad, empatía, capacidad de negociación, gestión emocional.
Alumnado Convivencia, disciplina, escucha de necesidades. Autoridad calmada, mediación, escucha activa, cercanía.
Administración y entorno Gestión de recursos, cumplimiento normativo, proyectos conjuntos. Capacidad de síntesis, visión estratégica, habilidades de representación.

Habilidades de comunicación, motivación y resolución de conflictos

La función directiva requiere el dominio de habilidades interpersonales específicas, entre las que destacan:

  • Comunicación eficaz: saber expresar ideas con claridad, adaptarse al interlocutor, usar un lenguaje respetuoso y directo.
  • Motivación: reconocer el trabajo bien hecho, ofrecer apoyo, generar sentido de pertenencia y compromiso.
  • Resolución de conflictos: analizar situaciones complejas, escuchar a las partes, buscar soluciones creativas y justas.
  • Asertividad: defender decisiones y normas sin agresividad, manteniendo el respeto y la escucha.
  • Gestión de la información: saber qué comunicar, cuándo y cómo, evitando rumores y malentendidos.

El dominio de estas habilidades se refleja en el clima del centro y en el grado de satisfacción de toda la comunidad educativa. De ahí la importancia de que formen parte de la formación inicial y, sobre todo, de la formación permanente de los equipos directivos.

Inteligencia emocional y bienestar personal de la dirección

En este contexto, la Inteligencia Emocional (IE) se considera un predictor importante del funcionamiento social y profesional. Se relaciona con un menor número de conductas desajustadas y con un mayor comportamiento adaptado, tanto en la vida personal como en el desempeño laboral.

En el caso de directores y directoras, podemos hablar de una clara relación entre IE, ajuste personal y bienestar. La IE integra habilidades como:

  • Percepción, valoración y expresión adecuada de las emociones.
  • Comprensión de las emociones propias y ajenas.
  • Capacidad para generar estados emocionales que faciliten el desempeño.
  • Regulación de las emociones en situaciones de presión o conflicto.

Una formación que incluya el desarrollo de la Inteligencia Emocional ayuda a que la persona que dirige el centro pueda afrontar las exigencias del cargo sin perder la salud mental y física, manteniendo una actitud equilibrada y constructiva.

Competencia social y emocional del equipo directivo

Inclusión socioemocional y clima de centro

La competencia social y emocional del equipo directivo es imprescindible para poner en marcha procesos de liderazgo efectivos orientados a la inclusión y al bienestar de toda la comunidad. No se trata solo de cumplir objetivos académicos, sino de promocionar la inclusión socio-emocional del alumnado y del profesorado.

Cuando la dirección integra esta perspectiva:

  • Se presta atención al clima de convivencia y a la prevención de conflictos.
  • Se diseñan protocolos que cuidan tanto el rendimiento como la salud emocional.
  • Se reconocen las necesidades específicas de determinados grupos o personas y se actúa en consecuencia.

Liderazgo como modelo de actitudes y comportamientos

La persona que dirige un centro educativo se convierte, de forma inevitable, en un referente principal en actitudes, comportamientos, emociones y formas de relacionarse. Su estilo de liderazgo influye en:

  • El modo en que el profesorado se trata entre sí.
  • La manera en que se abordan los errores y los conflictos.
  • La seguridad con la que el alumnado percibe el entorno escolar.

El liderazgo de la dirección “se contagia”: un estilo comprensivo, dialogante y firme a la vez tiende a generar equipos más colaborativos, mientras que un estilo autoritario o distante refuerza el miedo y la desconfianza.

Impacto en salud mental, relaciones y rendimiento académico

La personalidad comprensiva y equilibrada de la dirección influye en todos los procesos de gestión y organización, pero también en la salud mental y física de quienes trabajan y aprenden en el centro. Un buen liderazgo puede contribuir a:

  • Disminuir el nivel de estrés del profesorado y del propio equipo directivo.
  • Mejorar las relaciones interpersonales y el trabajo en equipo.
  • Crear un clima seguro que favorezca el rendimiento académico del alumnado.

Por todo ello, la formación en competencia social y emocional no es un lujo, sino una necesidad estratégica para cualquier proyecto educativo que aspire a la calidad.

Resolución de conflictos y mediación en la función directiva

El conflicto como oportunidad de mejora de la convivencia

En los centros educativos, los conflictos son inevitables: diferentes intereses, puntos de vista, ritmos de trabajo, valores, etc. A menudo se interpretan como una señal de que “algo va mal” o de falta de convivencia, y se tiende a centrarse en buscar culpables o a minimizar el problema.

Sin embargo, desde una perspectiva de liderazgo educativo, el conflicto puede entenderse como una oportunidad de mejora: un momento para revisar prácticas, aclarar expectativas y fortalecer el sentido de comunidad.

La persona que dirige como agente mediador y negociador

Ante un conflicto, la dirección debe actuar como agente coordinador del proceso de comunicación, ayudando a las partes a escuchar, a expresar sus necesidades y a explorar vías de acuerdo. Esto exige desplegar un conjunto de habilidades sociales y comunicativas específicas:

  • Autocontrol emocional ante situaciones tensas.
  • Capacidad de análisis y toma de decisiones.
  • Habilidades de negociación orientadas al beneficio mutuo.
  • Claridad para delimitar lo negociable y lo que viene fijado por la normativa.

La dirección se convierte así en un agente mediador, que no impone soluciones, sino que guía el proceso para que las partes implicadas asuman su responsabilidad y encuentren acuerdos viables.

Estrategias de negociación ganar–aprender–ganar y acuerdos responsables

En un centro educativo, la negociación no puede entenderse como una lucha en la que una parte vence y la otra pierde. El objetivo es construir acuerdos que resulten aceptables para todos, dentro de los límites marcados por los derechos humanos, la normativa y el proyecto de centro.

Hablamos de una lógica ganar–aprender–ganar: cada parte no solo busca proteger sus intereses, sino también aprender del proceso y fortalecer la convivencia.

En este tipo de estrategias:

  • Las soluciones surgen de las propias partes implicadas, no son “impuestas” desde fuera.
  • Los acuerdos se construyen desde criterios objetivos y realistas.
  • Se asume la responsabilidad de los actos y de las consecuencias de las decisiones.

La formación en mediación y resolución de conflictos proporciona a la dirección herramientas concretas para desarrollar este papel mediador de forma profesional y sistemática.

Formación para el desarrollo de competencias directivas

Por qué la formación continua es imprescindible para la dirección

La complejidad de la función directiva hace inviable que todas las competencias necesarias se adquieran solo a través de la experiencia. La formación continua se convierte en un requisito para actualizar conocimientos, contrastar enfoques y disponer de herramientas que faciliten la toma de decisiones.

Algunos motivos clave para apostar por la formación directiva son:

  • Actualizarse frente a cambios legislativos, organizativos y pedagógicos.
  • Desarrollar habilidades de liderazgo, comunicación y gestión emocional.
  • Conocer experiencias de otros centros y buenas prácticas transferibles.
  • Contar con acompañamiento y espacios de reflexión compartida.

Contenidos formativos clave: liderazgo, IE, gestión de centros y convivencia

Una formación integral para directores, directoras y equipos directivos debería abarcar, entre otros, los siguientes bloques:

  • Liderazgo educativo y pedagógico: modelos de liderazgo, liderazgo para el aprendizaje, cultura de centro.
  • Gestión de centros: organización de recursos, planificación estratégica, gestión de tiempos y procesos.
  • Convivencia y resolución de conflictos: mediación, protocolos de actuación, prevención de la violencia y del acoso.
  • Inteligencia emocional y autocuidado: manejo del estrés, gestión emocional, prevención del malestar directivo.
  • Comunicación y participación: relación con familias, trabajo en equipo, participación del alumnado y de la comunidad.

Itinerarios formativos online: educación y también sanidad

Contar con una oferta formativa online facilita que profesionales en activo puedan compaginar su día a día con procesos de actualización y desarrollo de competencias. Entidades como AFOE Formación ponen a disposición del sector educativo y sanitario programas acreditados que abordan estos ámbitos clave de la función directiva y del liderazgo.

En el ámbito sanitario, por ejemplo, la dirección de centros de salud y hospitales también necesita competencias organizativas, relacionales y emocionales. De ahí el interés de formaciones acreditadas dirigidas a sanitarios que trabajan la gestión de equipos, la comunicación y la atención humanizada.

En el contexto educativo, la formación especializada en liderazgo pedagógico, inteligencia emocional, gestión de centros y convivencia ayuda a que directores y directoras se sientan más preparados para afrontar los retos de su función y para acompañar mejor a sus equipos.

Ideas clave y próximos pasos para fortalecer la función directiva

La función directiva se ha convertido en un eje estratégico para la calidad de los sistemas educativos. No se trata solo de ocupar un cargo, sino de ejercer un liderazgo consciente y competente, capaz de articular proyecto, organización, convivencia y desarrollo profesional del profesorado.

A modo de síntesis, podemos destacar que:

  • Los centros educativos son organizaciones en cambio continuo, y la dirección debe adaptarse y anticiparse a ese cambio.
  • La competencia social y emocional de la dirección es tan importante como sus conocimientos técnicos.
  • El liderazgo pedagógico influye directamente en el aprendizaje y bienestar del alumnado.
  • La resolución de conflictos y la mediación forman parte inherente del rol directivo.
  • La formación permanente es imprescindible para desarrollar y mantener estas competencias a lo largo del tiempo.

Dar el paso hacia una formación específica en función directiva, liderazgo y competencias emocionales es una inversión en el propio desarrollo profesional, pero también en la calidad de la educación que recibe el alumnado y en el bienestar de toda la comunidad educativa.

Preguntas frecuentes sobre formación y competencias de la función directiva

¿Por qué es necesaria una formación específica para la función directiva?

Porque la dirección escolar implica coordinar personas, gestionar recursos, liderar proyectos pedagógicos y manejar conflictos complejos. Todo esto requiere competencias técnicas, organizativas y emocionales que no siempre se adquieren en la formación inicial docente ni únicamente con la experiencia.

¿No basta con la experiencia para aprender a dirigir un centro educativo?

La experiencia es valiosa, pero si se vive sin reflexión ni herramientas puede generar desgaste y rutinas poco eficaces. La formación aporta marcos teóricos, técnicas contrastadas y espacios de reflexión que permiten transformar la experiencia en aprendizaje profesional.

¿Qué competencias son prioritarias para una dirección eficaz?

Entre las más importantes destacan el liderazgo pedagógico, la capacidad de planificación y organización, la comunicación asertiva, la gestión de equipos, la resolución de conflictos y la Inteligencia Emocional para afrontar las exigencias del cargo sin perder el equilibrio personal.

¿Cómo influye el liderazgo de la dirección en el aprendizaje del alumnado?

El liderazgo directivo condiciona el clima del centro, la coordinación docente, la coherencia del currículum y la disponibilidad de recursos para la enseñanza. Cuando la dirección trabaja con foco en el aprendizaje, crea condiciones que favorecen metodologías activas, seguimiento del progreso y apoyo al profesorado, lo que repercute directamente en los resultados del alumnado.

¿Qué papel juega la Inteligencia Emocional en la función directiva?

La Inteligencia Emocional ayuda a percibir, comprender y regular las propias emociones y las de los demás. Para quien dirige un centro, esto se traduce en mayor capacidad para mantener la calma, tomar decisiones serenas, gestionar conflictos sin agravar tensiones y cuidar de su propio bienestar, reduciendo el riesgo de estrés y desgaste.

¿Cómo puede formarse un equipo directivo si tiene poco tiempo disponible?

La formación online y flexible es una opción muy adecuada para directores y directoras en activo. Permite organizar el estudio a su propio ritmo, acceder a materiales actualizados y, en muchos casos, compartir experiencias con otros profesionales que enfrentan retos similares.

¿En qué se diferencia la formación para directivos educativos de la dirigida a otros sectores?

Comparte elementos comunes (liderazgo, gestión de equipos, comunicación, etc.), pero añade la especificidad del contexto escolar: organización por etapas y ciclos, convivencia, currículum, relación con familias y administración educativa, atención a la diversidad… Por eso resulta tan útil contar con programas pensados específicamente para la función directiva en educación.

¿Qué relación tiene la función directiva con la mediación y la resolución de conflictos?

La dirección actúa a menudo como agente mediador en conflictos entre profesorado, alumnado, familias u otros agentes. Contar con formación en mediación y resolución de conflictos permite abordar estas situaciones con mayor seguridad, favoreciendo acuerdos justos y sostenibles y mejorando la convivencia del centro.

¿Puede la formación directiva ayudar a reducir el estrés y el malestar profesional?

Sí. Una parte importante del estrés directivo se relaciona con la sensación de no tener recursos suficientes para afrontar determinadas situaciones. La formación aporta herramientas concretas, marcos de actuación y espacios de apoyo que ayudan a sentirse más competente y menos desbordado.

¿Por dónde empezar si quiero mejorar mis competencias como director o directora?

Un buen punto de partida es hacer una autoevaluación sincera de las propias fortalezas y áreas de mejora, e iniciar un itinerario formativo en liderazgo educativo, competencias emocionales y gestión de centros. A partir de ahí, es útil aplicar pequeñas mejoras en la práctica diaria e ir ampliando la formación de forma progresiva.


Laura Molina García
Actualmente desarrolla en AFOE la coordinación y docencia de acciones formativas postgrado para de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) y Universidad Nebrija (Madrid). Docente en los planes de Formación Continua de la Diputación de Sevilla. Instructora acreditada en Mindfulness. Licenciada en Pedagogía, Máster universitario en Género e Igualdad, Máster universitario en Mindfulness, Experta universitaria en Educación Social y Experta universitaria en Tutoría y Enseñanza E-learning
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