Educar en igualdad para la igualdad

Educar en igualdad es importante para vivir en una sociedad en la cual los seres humanos se respeten y deben tener igualdad en todos los procesos de la vida y esa premisa se torna imposible si no educamos en ello desde el inicio de la vida.
educar para la coeducacion
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Educar en igualdad es importante para vivir en una sociedad en la cual los seres humanos se respeten y deben tener igualdad en todos los procesos de la vida y esa premisa se torna imposible si no educamos en ello desde el inicio de la vida.

Así la igualdad debe estar presente en todas las etapas educativas y en todo momento, por ello es necesario que se haya implantado la perspectiva de género en las leyes educativas en España así como en las comunidades autónomas.

En el caso de la etapa de Primaria, este enfoque se concreta en Estrategias para el desarrollo de la igualdad en educación primaria que permiten trasladar la coeducación a la práctica diaria del aula.

De forma casi general, en los centros escolares se apuesta por la educación mixta, en la que niños y niñas comparten los espacios sociales con experiencias, expectativas y necesidades diferentes. Aun así, este tipo de educación a veces sigue siendo insuficiente ya que no siempre se respectan dichas diferencias.

En la mayor parte de los casos, la educación que se ha desarrollado en los centros educativos sigue tomando como referente a un sujeto masculino. Esto podemos verlo claramente reflejado en el qv lenguaje que se utiliza en el aula o en el que están redactados los libros de textos, en los enunciados de las actividades que propone cada docente en las que los protagonistas, al igual que en las narraciones de los libros, son niños u hombres. Aún hoy las mujeres siguen sin percibirse en los materiales y libros de la formación reglada, es posible una mayor visibilización de las mujeres a lo largo de las historia en todas sus vertientes.

Esto hace que de forma involuntaria, la educación que se desarrolla en un centro parece no estar relacionada con las niñas que acuden al centro, ya que éstas pueden no sentirse representadas, pero también es cierto, que las mujeres términos aceptando que las cosas son así desde que estamos en la escuela y todo lo que se hacía en la ciencia, en el arte o en la historia estaba en siempre manos de los hombres.

Es preciso adoptar una actitud crítica hacia esa pretendida neutralidad de la educación que, en numerosas situaciones, encubre el androcentrismo cultural de la sociedad que aun impregna gran parte de la práctica escolar.

Son muchos los ejemplos de esta falsa forma de “coeducar a niños y niñas” las que se han llevado a cabo en los centros por falta de conocimiento o de intención de cambiar las cosas. Frases como “a los niños lo que más le gusta es el recreo”, o “chicos, abrid los manuales por el tema 2”, siguen demostrando la falta de conciencia respecto a que se mantenga presente el principio de igualdad y que la educación que se pretende se dirija tanto a alumnos como a las alumnas. No obstante, hay un claro trabajo hecho desde la ley y del profesorado, así como son son cada vez más las voces de las alumnas de secundaria, que cuando reciben continuamente indicaciones en genérico masculino, preguntan que ellas por dónde abren el libro, o cómo y cuándo deben hacer el ejercicio, etc. pues en ocasiones aun siendo sólo chicas en un aula se utiliza el masculino. No debemos olvidar el efecto de la coeducación en el lenguaje y debemos tener muy claro que coeducar no se limita a poner las barras (/) ni @ cuando escribimos, va mucho más allá. A veces debemos reestructurar incluso frases y textos enteros reformulando lo que se quiere decir, sin que ello pueda suponer tener que escribir más para dar el mismo mensaje.

En la mayoría de los casos, los contenidos de la enseñanza, el lenguaje que se utiliza, los materiales escolares, incluso los Objetivos educativos, se establecen sin considerar la presencia de niños y niñas, mujeres y hombres en todos los ámbitos de la sociedad. La trascendencia de este hecho, su significado y su riqueza deben considerarse en la práctica educativa para que tanto niñas como niños puedan disponer de referentes masculinos y femeninos que les ayuden a crecer y a aprender en libertad.

Qué es coeducar

Para entender realmente el concepto de coeducación y lo que éste conlleva, debemos aclarar en un primer momento varias acciones que pueden confundirse con el objetivo final “coeducar”.

Coeducar no es simplemente mezclar a niños y niñas. Pues estar mezclados no garantiza absolutamente nada ya que muchas acciones pueden estar mediadas por razones de sexo o género. Por este hecho, el simple concepto de mezcla, en según qué situaciones puede ayudar a perpetuar mucho más los estereotipos.

Coeducación no es intentar que niñas y niños hagan las mismas cosas, sino que sean libres de hacer, jugar, pensar, sentir, etc. sin que se vean encorsetados por los estereotipos de género. Coeducar no exige que mujeres y hombres sean igual, sino atender a cada persona de modo individual, es ir confluyendo nuestros sistemas educativos con las leyes de igualdad y dando una respuesta educativa hacía la evolución de una sociedad más justa y ecuánime para toda la ciudadanía.

El concepto de coeducación ha ido evolucionando en paralelo a los cambios producidos en la sociedad. Durante los años 70-80 el debate se centraba en que las niñas y los niños tuviesen acceso a la misma educación sin que se cuestionasen otros aspectos como el aprendizaje formal de conocimientos, las formas y los valores implícitos que transmitían. Tras este periodo se abre un tiempo de reflexión sobre los efectos reales de la igualdad en el acceso a la información de los niños y las niñas. Se evidencia que la escuela no es terreno neutro, puesto que las desigualdades en los resultados entre niños y niñas persisten a pesar de la igualdad en el acceso a la educación. Se comienza a plantear que tanto el conocimiento impartido, como su modelo de transmisión son discriminatorios y construidos desde presupuestos masculinos que dejaban de lado la diversidad cultural y otro tipo de valores.

En la actualidad la coeducación debe implicar a toda la comunidad escolar: familias, profesorado y alumnado así como al personal no docente. Es una alternativa global a la enseñanza, pues implica un proceso por el que se pone en observación qué se enseña, cómo se enseña y porqué se enseña.

Podemos decir que aunque el término coeducación se utiliza para referirse a la educación conjunta de dos o más grupos netamente distintos, que lo pueden ser por cuestión de etnia, clase social, etc., su uso más habitual hace referencia a la educación conjunta de hombres y mujeres. Por tanto, se trata de una propuesta pedagógica en la que la formación y la educación se imparten en condiciones de igualdad para ambos sexos y en la que no se pone límites a los aprendizajes a recibir por cada uno de ellos.

La escuela que coeduca prepara para la vida y tiene en cuenta que ésta tiene dos ámbitos, el público y el privado, apoyándose ambos en lo personal. Por tanto trata de que el alumnado pueda lograr una serie de Objetivos con las que poder desarrollarse a nivel personal y profesional:

  • Educación para la crítica, la convivencia, el compromiso, la creatividad y la justicia. Es decir, educa para La Paz.
  • Conocimientos culturales básicos.
  • Una profesión remunerada.
  • Una educación emocional y sexual que les permita ser felices.
  • Conocimientos teóricos y prácticos de economía y administración doméstica.

La coeducación es un proceso intencionado de intervención a través del cual se potencia el desarrollo de niños y niñas partiendo de la realidad de dos sexos diferentes hacia un desarrollo personal y una construcción social comunes y no enfrentados. Supone la coexistencia de actitudes y valores tradicionalmente considerados como de hombres y mujeres de tal forma que puedan ser aceptados y asumidos por personas de cualquier sexo.

Así, la coeducación va encaminada al desarrollo completo de la personalidad sin las barreras del género, corrigiendo el sexismo cultural e ideológico y la desigualdad social de la mujer.

No niega la existencia de rasgos que determinan lo masculino y lo femenino, sino que trata de desentrañar los componentes sociales, antropológicos, históricos, etc. para tenerlos en cuenta, pero no para inculcarlos de una forma dogmática y apriorística. Es más, supone una educación integral y por lo tanto integradora del mundo y la experiencia de las mujeres. Cuestiona las formas de conocimiento socialmente dominantes. Requiere la práctica de lenguajes diversos, abiertos a la comunicación interpersonal. Supone y exige la atención sobre los procesos evolutivos de la afectividad y la sexualidad del alumnado.

Es una tarea que no debe reducirse al ámbito escolar, ni debe cerrarse sobre sí misma sin pretender llegar a la transformación de las estructuras y de las concepciones sociales que mantienen una clara situación discriminatoria.

Con todo lo expuesto hasta aquí, mostramos una definición de coeducación, pero no sin antes hacer referencia a que estamos ante un concepto dinámico y flexible, según hemos visto hasta ahora:

Coeducar consiste en desarrollar todas las capacidades, tanto de niñas como de niños, a través de la educación. Supone eliminar estereotipos o ideas preconcebidas sobre las características que deben tener las niñas y los niños, los chicos y las chicas, las mujeres y los hombres. Cada niño o cada niña, tiene derecho a ser diferente, por lo que es necesario educar valorando las diferencias individuales y las cualidades personales. Coeducar, tiene como objetivo hacer personas dialogantes e implica respeto y tolerancia, por lo que es una garantía para la prevención de la violencia. Educar en el respeto y la tolerancia, en igualdad de condiciones, de trato y de oportunidades, es educar para la democracia. Instituto de la Mujer 2018

El aula es, en esencia, un poderoso espejo de la sociedad. Refleja nuestras normas, nuestros valores y, también, nuestras desigualdades. Pero el aula no es solo un espejo; es, sobre todo, una ventana y un motor de cambio. Tiene el extraordinario poder de no solo reflejar la realidad que existe, sino de construir activamente la realidad que deseamos: una sociedad más justa, equitativa y libre de prejuicios. En este contexto, la expresión “educar en igualdad para la igualdad” deja de ser un lema pedagógico para convertirse en la misión central de la docencia del siglo XXI.

Para un profesional de la educación, esta no es una tarea secundaria ni un complemento a la enseñanza de contenidos. Es el eje transversal que da sentido a toda la labor pedagógica. Sin embargo, las buenas intenciones no son suficientes. La igualdad no se logra por inercia; se construye de forma intencionada, sistemática y valiente. Requiere que el docente se cuestione sus propias prácticas, que revise los materiales que utiliza, que preste atención al lenguaje que emplea y que tenga las herramientas para intervenir activamente ante la desigualdad.

En esta guía completa, vamos a profundizar en qué significa realmente educar en igualdad. Desmontaremos conceptos erróneos, exploraremos los principios de la coeducación y, lo más importante, ofreceremos un conjunto de estrategias prácticas y aplicables para que cualquier docente, independientemente de su especialidad, pueda convertirse en un verdadero agente de cambio en su centro educativo.

Más allá de la utopía: la urgencia de educar en igualdad

¿Por qué esta insistencia en la igualdad? ¿No es suficiente con tratar a todos “por igual”? La realidad nos demuestra que tratar de forma idéntica a quienes parten de posiciones desiguales solo perpetúa la desigualdad. La educación en igualdad es una necesidad urgente por múltiples razones:

1. Es un mandato legal y ético
La legislación educativa actual, como la LOMLOE, sitúa la igualdad de género y la coeducación como un principio fundamental y transversal en todas las etapas educativas. No es una opción pedagógica, sino una obligación legal que debe impregnar todo el Proyecto Educativo del Centro.
2. Es la única vacuna real contra la violencia de género
La violencia de género no es un problema que surja de la nada en la edad adulta. Hinca sus raíces en la infancia y la adolescencia, en los estereotipos no cuestionados, en las relaciones de poder desiguales y en la tolerancia a los micro-machismos. La coeducación es la herramienta de prevención primaria más poderosa que poseemos para construir una sociedad basada en el respeto mutuo.
3. Libera el 100% del potencial del alumnado
Los estereotipos de género son una jaula que limita a todos, no solo a las niñas. Limitan a los niños al reprimir su expresión emocional (“los niños no lloran”) y al alejarlos de profesiones ligadas al cuidado. Limitan a las niñas al minar su confianza en campos como las ciencias o la tecnología (STEM) y al sobrecargarlas con expectativas de perfección estética o emocional. Educar en igualdad es romper esas jaulas para que cada alumno y alumna pueda desarrollar su potencial único, sin techos de cristal ni roles predefinidos.
4. Construye una ciudadanía crítica y democrática
Una sociedad que no es justa con la mitad de su población no puede llamarse plenamente democrática. Educar en igualdad es formar a ciudadanos y ciudadanas críticas, capaces de identificar las injusticias y de comprometerse activamente en su solución, promoviendo la cohesión y la justicia social.

El concepto clave: ¿es tu escuela “mixta” o es “coeducativa”?

Este es el punto de partida de toda reflexión. La mayoría de nuestros centros son “mixtos”, pero esto no garantiza que sean “coeducativos”. La diferencia es abismal y define el enfoque de toda la comunidad educativa.

La escuela mixta es un modelo organizativo que se limita a juntar a niños y niñas en el mismo espacio físico. Sin embargo, si no se interviene activamente, este modelo a menudo se convierte en un simple reproductor de las desigualdades y los roles de género que imperan en la sociedad exterior.

La coeducación, en cambio, es una acción pedagógica intencionada y planificada. Es el modelo que aprovecha la escuela mixta para educar *para* la igualdad, cuestionando activamente los estereotipos, corrigiendo las desigualdades y haciendo visible lo que el androcentrismo cultural ha ocultado. Es un modelo proactivo que transforma el centro en un verdadero motor de igualdad.

Tabla comparativa: Escuela Mixta vs. Coeducación

Característica Escuela Mixta (Modelo Inerte) Coeducación (Modelo Activo y Consciente)
Enfoque Juntar a niños y niñas en el mismo espacio físico. Educar *intencionadamente* para eliminar estereotipos y desigualdades.
Currículum Androcéntrico. La historia, la ciencia y la literatura se cuentan desde una perspectiva masculina por defecto. Las aportaciones de las mujeres son una anécdota o no existen. Inclusivo y revisado. Revisa activamente el currículum para integrar las aportaciones de las mujeres en todas las áreas del saber como parte fundamental del mismo.
Lenguaje Uso del masculino genérico de forma no reflexiva y, a menudo, de expresiones y roles sexistas. Uso consciente de un lenguaje inclusivo y no sexista que nombre la realidad de forma completa (ej. “el profesorado”, “el alumnado”).
Espacios (El Patio) El espacio central del patio suele ser dominado por actividades estereotipadas como el fútbol, desplazando otras actividades a las zonas periféricas. Se rediseñan y gestionan los espacios para promover la interacción, el juego diverso y la convivencia equitativa de todos y todas.
Objetivo Eficiencia organizativa. Justicia social, igualdad real de oportunidades y desarrollo integral del individuo.

De la teoría a la trinchera: estrategias prácticas para una aula coeducativa

La coeducación se materializa en las decisiones que el docente toma cada día. A continuación, exploramos las áreas de intervención clave para transformar tu aula en un espacio de igualdad real.

En última instancia, el objetivo es construir Aulas inclusivas y diversas en las que todo el alumnado se sienta nombrado, visible y respetado.

1. La auditoría del currículum: lo que se enseña y lo que se omite

El primer paso es analizar qué estamos enseñando. Esto implica revisar tanto el currículum explícito (lo que está en los libros de texto) como el currículum oculto (los mensajes implícitos, los valores que transmitimos, la decoración del aula).

  • Analiza tus materiales: Revisa tu libro de texto. ¿Cuántas mujeres científicas, escritoras, artistas o filósofas aparecen? ¿En qué roles se representa a hombres y mujeres en los enunciados de los problemas o en las imágenes?
  • Visibiliza a las “olvidadas”: Compensa activamente el sesgo androcéntrico. Si estás en Historia, no te limites a hablar de reyes y generales; habla de las reinas, las pensadoras y los movimientos de mujeres. Si estás en Ciencia, no solo nombres a Einstein y Newton; asegúrate de que tu alumnado conozca a Rosalind Franklin, Hedy Lamarr o Ada Lovelace. Cuelga sus pósteres en el aula.

2. El poder de la palabra: el lenguaje inclusivo y no sexista

El lenguaje no solo describe la realidad, también la crea. Un uso no consciente del lenguaje perpetúa la invisibilidad de lo femenino.

  • Usa genéricos reales: En lugar del masculino genérico, prioriza sustantivos colectivos que incluyan a todos: “el profesorado” (en lugar de “los profesores”), “la infancia” (en lugar de “los niños”), “el alumnado” (en lugar de “los alumnos”).
  • Evita expresiones sexistas: Destierra de tu vocabulario (y corrige en el aula) frases que perpetúan roles de género, como “lloras como una niña”, “eso es de chicos”, “compórtate como una señorita” o “qué mandona” (cuando a un niño se le llamaría “líder”).
  • El desdoblamiento estratégico: Sin caer en un uso farragoso, utiliza el desdoblamiento en momentos clave para visibilizar: “Bienvenidos, alumnos y alumnas” o “los tutores y tutoras legales”.

3. La revolución del patio: reconfigurando los espacios de poder

El patio escolar es un reflejo de las dinámicas de poder. En la mayoría de los centros, el espacio central y más grande está monopolizado por un campo de fútbol, casi siempre utilizado por niños. Esto relega otras actividades, y a menudo a las niñas, a las zonas periféricas y peor equipadas.

  • Observa y analiza: ¿Quién usa qué espacio en tu patio? ¿Cómo interactúan?
  • Interviene activamente: Propón en el centro un rediseño del patio. Se pueden crear “patios dinámicos” con zonas rotatorias, pistas multideporte, un rincón de la calma, mesas de ajedrez, un escenario para teatro o baile, o zonas de dibujo. Ofrecer variedad rompe la hegemonía de una única actividad y fomenta la convivencia.

4. Fomentar la corresponsabilidad y romper los roles

El aula es el primer campo de entrenamiento para la corresponsabilidad en el hogar y en la sociedad. Las tareas del aula deben ser un reflejo de ello.

  • Rota las tareas equitativamente: Diseña un sistema de “responsables de aula” donde todas las tareas (regar las plantas, repartir material, limpiar la pizarra, ordenar la biblioteca) sean rotatorias y realizadas por igual por niños y niñas.
  • Desafía las asignaciones de rol: Evita caer en la trampa de pedir “a los chicos fuertes” que muevan las mesas y “a las chicas cuidadosas” que ordenen el material delicado.

5. Educación afectivo-sexual: la base del respeto mutuo

No se puede educar en igualdad sin una sólida educación afectivo-sexual. Esta debe ser transversal y adaptada a cada edad. Debe ir más allá de la biología, centrándose en:

  • El respeto al propio cuerpo y al de los demás.
  • El concepto de consentimiento, enseñado desde edades tempranas (“¿le has preguntado a tu amigo si quiere un abrazo?”).
  • El reconocimiento y la validación de todas las emociones, tanto en niños como en niñas.
  • El respeto a la diversidad afectivo-sexual y de identidad de género, creando un espacio seguro para el alumnado LGTBIQ+.

El marco institucional: el Plan de Igualdad del centro

Todas estas acciones individuales ganan una fuerza inmensa cuando se enmarcan en una estrategia colectiva y planificada. Aquí es donde entra en juego el Plan de Igualdad del centro educativo.

La LOMLOE establece la obligatoriedad de que todos los centros educativos, como parte de su Proyecto Educativo de Centro (PEC), desarrollen e implanten un Plan de Igualdad y Convivencia. Este documento no es un trámite burocrático más; es la hoja de ruta estratégica que debe guiar todas las acciones del centro en esta materia. Generalmente, incluye:

  1. Un diagnóstico de la situación real del centro (análisis de espacios, materiales, lenguaje, conflictos, etc.).
  2. Unos objetivos claros y realistas para mejorar en materia de igualdad.
  3. Unas acciones concretas a desarrollar en diferentes ámbitos (curricular, organizativo, convivencia).
  4. Un sistema de evaluación para medir el impacto de dichas acciones.

Como docente, tienes la responsabilidad de conocer el Plan de Igualdad de tu centro y de contribuir activamente a su desarrollo y aplicación en tu aula.

Un desafío que exige docentes formados: la responsabilidad profesional

Implementar con éxito una pedagogía coeducativa es un desafío de una enorme envergadura. Requiere mucho más que buenas intenciones. Exige una formación específica y de calidad. Un docente necesita adquirir competencias concretas para saber cómo detectar sesgos en los materiales, cómo gestionar un conflicto de género en el aula, cómo aplicar el lenguaje inclusivo de forma correcta o cómo diseñar un plan de igualdad.

Sentirse abrumado o no saber por dónde empezar es una reacción lógica ante la magnitud de la tarea. La clave, como en cualquier ámbito profesional, es la capacitación. El compromiso con la igualdad pasa por el compromiso con la propia formación.

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En AFOE Formación, estamos convencidos de que el docente del siglo XXI debe ser, ante todo, un agente de igualdad. Por eso, hemos desarrollado una línea formativa específica y de alta calidad para darte las herramientas que necesitas para liderar este cambio en tu centro.

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  • Educación Afectivo-Sexual y Respeto a la Diversidad.
  • Estrategias de Inclusión y Atención a la Diversidad (DUA).
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Educar en igualdad no es solo una parte de tu trabajo; es la parte que le da sentido a todo lo demás. Fórmate para hacerlo con excelencia.

Antonio H. Martín
RESPONSABLE DEL DEPARTAMENTO DE GESTIÓN E INNOVACIÓN
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