La inteligencia emocional en el contexto educativo

El coeficiente intelectual (CI) y su medición se ha convertido en nuestra sociedad en un referente de éxito académico, de modo que el alumnado con mayor puntuación en los test de CI se relacionan con la consecución de mejores calificaciones en la escuela. Sin embargo, en el siglo XXI comienza a analizarse dicha situación llegando a la conclusión de que la inteligencia académica no es suficiente para lograr el éxito profesional y tampoco garantiza el éxito en la vida cotidiana. Es en este contexto cuando surge la inteligencia emocional como una alternativa al CI.
Índice del artículo

Qué es la Inteligencia Emocional

El concepto de inteligencia emocional (IE) como tal fue propuesto por Salovey y Mayer en 1990, a partir de las inteligencias intrapersonal e interpersonal de Gardner. Según estos autores la inteligencia emocional está formada por metahabilidades que se clasifican en cinco dimensiones que se constituyen como habilidades innatas en todas las personas, ya sea en mayor o menor grado:

 

educacion emocional

 

El concepto de inteligencia ha ido siempre evolucionando y cambiando de acuerdo a las tendencias de cada momento, aunque siempre ha existido una marcada predisposición hacia su medición. De acuerdo a los intereses de los investigadores, podemos establecer la siguiente clasificación de los modelos de inteligencia (Salmerón Vílchez, 2002):

  1. Modelos centrados en la estructuración-composición de la inteligencia: el interés se centra en la búsqueda del factor o factores que componen-dominan en el constructo de la inteligencia, sus relaciones, identificarlos para medirlos, establecer sus relaciones y, en base a esas medidas y relaciones, poder describir diferencias interindividuales.
  2. Modelos centrados en el funcionamiento cognitivo de la inteligencia: su interés es el conocimiento de los procesos que dirigen las acciones para intervenir modificando cognitivamente las estructuras, de manera que la medición favorezca otras estructuras más apropiadas y complejas que permitan mayor autonomía a las personas en el aprendizaje y el conocimiento. En estos modelos destacan los trabajos de Piaget, Vigotsky, Brunner o Wallon.
  3. Modelos centrados en la comprensión global del desenvolvimiento social de las personas en la búsqueda de su felicidad como necesidad vital: ello conlleva necesariamente la consideración de que el funcionamiento de las personas en sociedad se produce mediante cognición y sentimiento, predominando en algunas situaciones comportamentales otras dimensiones diferentes a la cognición. Gardner se asienta como uno de los investigadores más representativos de estos modelos.

La importancia de la educación emocional

La educación emocional es un proceso integral que abarca el desarrollo de habilidades emocionales, la comprensión de las emociones y su impacto en nuestras vidas, así como la promoción de un bienestar emocional saludable. Profundizar en la educación emocional implica explorar varios aspectos clave que contribuyen al crecimiento emocional y al bienestar general de las personas.

En primer lugar, la educación emocional se centra en el desarrollo de habilidades emocionales, como la conciencia emocional, la regulación emocional, la empatía y las habilidades sociales. Estas habilidades nos permiten reconocer, comprender y manejar nuestras propias emociones, así como comprender y responder de manera empática a las emociones de los demás. Al cultivar estas habilidades, podemos mejorar nuestra capacidad para relacionarnos de manera efectiva con los demás y resolver conflictos de manera constructiva.

Además, la educación emocional se enfoca en la comprensión de las emociones y su papel en nuestras vidas. Esto incluye explorar temas como la naturaleza de las emociones, cómo se forman y se expresan, y cómo influyen en nuestro pensamiento, comportamiento y bienestar. Al comprender mejor nuestras emociones, podemos aprender a utilizarlas como guías útiles en nuestras vidas y tomar decisiones más conscientes y alineadas con nuestros valores y objetivos.

Otro aspecto importante de la educación emocional es la promoción del bienestar emocional y la salud mental. Esto implica aprender a manejar el estrés, cultivar la resiliencia y desarrollar estrategias de afrontamiento efectivas para enfrentar los desafíos de la vida. La educación emocional nos ofrece las herramientas y los recursos necesarios para cuidar nuestra salud emocional y prevenir problemas como la ansiedad, la depresión y el estrés crónico.

La gestión emocional

La gestión emocional es un aspecto fundamental de la educación emocional que merece una atención especial. Se refiere a la habilidad de reconocer, comprender y regular nuestras propias emociones de manera efectiva. Profundizar en la gestión emocional implica explorar diversas estrategias y técnicas que nos permitan manejar nuestras emociones de manera constructiva, en lugar de dejar que nos controlen.

Una parte importante de la gestión emocional es el autoconocimiento emocional. Esto implica tener la capacidad de identificar y etiquetar nuestras emociones, así como comprender qué las desencadena y cómo nos afectan. A través del autoconocimiento emocional, podemos ser más conscientes de nuestras reacciones emocionales y tomar decisiones más informadas sobre cómo manejarlas.

Otro aspecto clave de la gestión emocional es el desarrollo de habilidades de regulación emocional. Esto implica aprender a manejar nuestras emociones de manera saludable, sin reprimirlas ni dejar que nos desborden. Podemos cultivar la regulación emocional mediante prácticas como la respiración consciente, la atención plena y la expresión emocional constructiva.

La gestión emocional también incluye la capacidad de manejar el estrés y la adversidad de manera efectiva. Esto implica desarrollar habilidades de afrontamiento y resiliencia que nos permitan enfrentar los desafíos de la vida con calma y determinación. Aprender a manejar el estrés y la adversidad de manera constructiva es esencial para nuestra salud mental y bienestar emocional a largo plazo.

La Psicología emocional

La relación entre la psicología emocional y la educación emocional es estrecha y significativa. La psicología emocional proporciona el marco teórico y científico para comprender las emociones humanas, mientras que la educación emocional se enfoca en aplicar este conocimiento para promover el desarrollo emocional saludable y el bienestar en entornos educativos y más allá.

La psicología emocional nos ayuda a comprender la naturaleza y el funcionamiento de las emociones, así como su impacto en nuestro pensamiento, comportamiento y bienestar. Este entendimiento es fundamental para la educación emocional, ya que nos permite diseñar programas y prácticas educativas que aborden las necesidades emocionales de los estudiantes de manera efectiva.

Por ejemplo, la psicología emocional nos enseña sobre la importancia de la conciencia emocional, la regulación emocional y la empatía, entre otras habilidades emocionales clave. Estos conceptos son pilares fundamentales de la educación emocional, que busca cultivar estas habilidades en los estudiantes para que puedan comprender y manejar sus emociones de manera saludable y relacionarse de manera efectiva con los demás.

Además, la psicología emocional nos proporciona información sobre cómo los factores ambientales y sociales pueden influir en nuestras emociones y nuestro bienestar emocional. Esto nos permite diseñar entornos educativos que promuevan un clima emocional positivo y apoyen el crecimiento emocional de los estudiantes.

La inteligencia emocional en el ámbito de la educación

La educación de la inteligencia emocional ha de convertirse en uno de los principales Objetivos del ámbito educativo, proponiendo la formación en IE que de forma explícita y curricular, a través de materias que contengan y resalten las habilidades como vía para mejorar el desarrollo emocional del alumnado. La práctica y el entrenamiento se convierten en la metodología más propicia para la educación de la IE.

En este sentido el profesorado no debe centrarse únicamente en la enseñanza de modelos de conductas correctas, sino que además ha de prestar atención a los sentimientos y emociones. Se trata de comprender el comportamiento del alumnado desde el punto de vista de las emociones y no solo de las conductas; también se trata de enseñar una forma inteligente de sentir, de entrenar la IE.

Y la inteligencia emocional no debe de estar presente solo en el ámbito educativo, también se debe de trabajar en otros sectores como en las formaciones para sanitarios.

En el contexto educativo los docentes se convierten en los principales líderes emocionales del alumnado lo que implica el hecho de actuar como ejemplo y modelo a imitar. El profesorado capaz de captar, comprender y regular las emociones de su grupo conseguirá el equilibrio emocional del mismo. Necesitamos de una formación del profesorado que complete esa carencia formativa en el desarrollo de habilidades para gestionar nuestros pensamientos, emociones y sentimientos, competencias a la se le ha dado una menor importancia y que su adquisición conlleva a comprender mejor nuestra realidad, a mejorar nuestras relaciones personales y profesionales y en definitiva a ser capaces de ser más asertivos y felices en nuestras vidas. Como definición Salovey y Mayer en 1990, definen la IE es: “una forma de inteligencia social que implica la habilidad para dirigir los propios sentimientos y emociones y los de los  demás, saber discriminar entre ellos y usar esta información y la propia acción”.

Cómo vincular emociones y aprendizaje

Para comprender cómo vincular emociones y aprendizaje, es esencial explorar el papel del sistema emocional en el proceso educativo. El sistema emocional del cerebro juega un papel crucial en la formación de recuerdos, la toma de decisiones y la motivación, lo que lo convierte en un componente integral del proceso de aprendizaje.

Las emociones y el aprendizaje están intrínsecamente relacionados debido a la influencia del sistema emocional en la cognición y el comportamiento. Cuando los estudiantes experimentan emociones positivas, como el entusiasmo y la curiosidad, su sistema emocional se activa de manera que facilita el procesamiento y la retención de la información. Por otro lado, las emociones negativas, como el estrés o la ansiedad, pueden interferir con la capacidad de concentración y el rendimiento académico.

Para vincular de manera efectiva las emociones y el aprendizaje, es importante crear un ambiente de aprendizaje que fomente emociones positivas y proporcione estrategias para manejar las emociones negativas. Esto puede incluir prácticas como el fomento de un clima emocionalmente seguro en el aula, el uso de técnicas de regulación emocional y el diseño de actividades de aprendizaje que sean relevantes y significativas para los estudiantes.

Además, los educadores pueden integrar deliberadamente experiencias emocionales en el proceso de aprendizaje para aumentar la motivación y la participación de los estudiantes. Esto puede implicar el uso de narrativas emocionalmente evocadoras, el fomento de la expresión emocional a través del arte o la música, y la conexión del contenido del currículo con las experiencias emocionales de los estudiantes.

Al vincular emociones y aprendizaje de manera efectiva, los educadores pueden crear experiencias educativas que sean más significativas, relevantes y estimulantes para los estudiantes. Al comprender y aprovechar la influencia del sistema emocional en el proceso de aprendizaje, podemos ayudar a los estudiantes a alcanzar su máximo potencial académico y emocional.

La influencia de la memoria emocional

La memoria emocional tiene una poderosa influencia en el alumnado, ya que las experiencias emocionales intensas tienden a ser recordadas con mayor claridad y detalle. La memoria emocional se refiere a la capacidad del cerebro para codificar, almacenar y recuperar recuerdos que están asociados con experiencias emocionales significativas.

Cuando los estudiantes experimentan emociones fuertes, ya sean positivas o negativas, es más probable que esas experiencias queden grabadas en su memoria emocional. Estos recuerdos pueden influir en su comportamiento, sus actitudes y sus decisiones futuras, así como en su rendimiento académico.

Por ejemplo, los estudiantes que tienen una experiencia emocional positiva en el aula, como recibir elogios por un trabajo bien hecho o participar en una actividad emocionante, es más probable que recuerden esa experiencia de manera positiva y estén motivados para participar activamente en futuras actividades de aprendizaje.

Por otro lado, los estudiantes que experimentan emociones negativas, como el miedo, la ansiedad o la vergüenza, pueden desarrollar asociaciones negativas con ciertas situaciones o temas de estudio. Estos recuerdos emocionales pueden interferir con su capacidad para concentrarse, aprender y recordar información en el futuro.

Es importante tener en cuenta la influencia de la memoria emocional al diseñar experiencias de aprendizaje en el aula. Los educadores pueden utilizar estrategias para crear un ambiente emocionalmente seguro y positivo que promueva el aprendizaje y el bienestar de los estudiantes. Además, pueden ayudar a los estudiantes a procesar y manejar emociones difíciles para que no interfieran con su rendimiento académico y su desarrollo personal.

Implicaciones de la Inteligencia emocional en el alumnado

El estudio de la influencia de la IE en el equilibrio psicológico y el bienestar personal del alumnado ha sido de gran interés en los últimos años. Gran parte de dichos estudios toman como referencia la propuesta de Salovey y Mayer (1997) que definen la IE atendiendo a cuatro componentes (Fernández-Berrocal y otros, 2002):

  1. Percepción: una buena percepción implica saber leer nuestros sentimientos y emociones, etiquetarlos y vivenciarlos. Con un buen dominio para reconocer cómo nos sentimos, establecemos la base para posteriormente aprender a controlarnos, moderar nuestras reacciones y no dejarnos llevar por impulsos o pasiones exaltadas.
  2. Asimilación: las emociones y los pensamientos se encuentran fusionados y, si sabemos utilizar las emociones al servicio del pensamiento, nos ayudan a razonar de forma más inteligente y tomas mejores decisiones. Dominar nuestras emociones y hacerlas partícipes de nuestros pensamientos favorece una adaptación más apropiada al ambiente.
  3. Comprensión: para comprender los sentimientos de los demás debemos empezar por aprender a comprendernos a nosotros mismos. Si reconocemos e identificamos nuestros propios sentimientos, más facilidades tendremos para conectar con los del prójimo.
  4. Regulación: una de las habilidades más complicadas de desplegar y dominar es la regulación de nuestros estados emocionales. Consiste en la habilidad para moderar o manejar nuestra propia reacción emocional ante situaciones intensas, ya sean positivas o negativas. La regulación emocional se ha considerado como la capacidad para evitar respuestas emocionales descontroladas en situaciones de provocación o miedo, aunque este campo se está ampliando a la autorregulación de las emociones positivas.

Pensamiento emocional en el alumnado

El pensamiento emocional en el alumnado es un aspecto crucial que influye en su bienestar emocional y su rendimiento académico. El pensamiento emocional se refiere a la capacidad de los estudiantes para reconocer, comprender y gestionar sus emociones de manera efectiva en el contexto del aprendizaje y la vida escolar.

Es importante que los estudiantes desarrollen habilidades de pensamiento emocional para poder enfrentar los desafíos académicos y personales de manera adecuada. Esto implica aprender a identificar y comprender las emociones que experimentan en diferentes situaciones, así como a manejarlas de manera constructiva.

El pensamiento emocional también juega un papel importante en el proceso de aprendizaje. Las emociones pueden afectar la capacidad de concentración, la motivación y la memoria de los estudiantes, lo que a su vez influye en su rendimiento académico. Por lo tanto, es fundamental que los estudiantes aprendan a manejar sus emociones y a desarrollar estrategias para regular su pensamiento emocional mientras aprenden.

Además, el pensamiento emocional influye en la forma en que los estudiantes interactúan con sus compañeros y maestros. Las habilidades sociales y emocionales son fundamentales para establecer relaciones positivas y constructivas en el entorno escolar. Los estudiantes que pueden comprender y manejar sus emociones tienden a tener relaciones más saludables y productivas con los demás.

El aprendizaje emocional del alumnado

El aprendizaje emocional del alumnado es un proceso fundamental que influye en su desarrollo personal, social y académico. El aprendizaje emocional se refiere a la capacidad de los estudiantes para reconocer, comprender y gestionar sus emociones en el contexto del proceso de aprendizaje.

El aprendizaje emocional implica no solo adquirir conocimientos académicos, sino también desarrollar habilidades emocionales que les permitan a los estudiantes enfrentar los desafíos de la vida escolar y más allá. Esto incluye aprender a identificar y expresar sus emociones de manera adecuada, así como a manejar el estrés, la ansiedad y otras emociones difíciles que puedan surgir durante el proceso de aprendizaje.

El aprendizaje emocional también juega un papel importante en la motivación y el compromiso de los estudiantes con el aprendizaje. Cuando los estudiantes se sienten emocionalmente seguros y apoyados en el aula, están más dispuestos a participar activamente en las actividades de aprendizaje y a asumir riesgos en su proceso de aprendizaje.

Además, el aprendizaje emocional contribuye al desarrollo de habilidades sociales y de relación en los estudiantes. A medida que aprenden a comprender y manejar sus propias emociones, también desarrollan empatía y habilidades de comunicación que les permiten relacionarse de manera efectiva con sus compañeros y maestros.

La falta de IE y la aparición de problemas en el alumnado

Los componentes de la IE incluyen habilidades para percibir, comprender y manejar de forma adaptativa las propias emociones. La carencia de habilidades de inteligencia emocional tiene sus implicaciones sobre el alumnado tanto dentro como fuera del contexto educativo. Cuatro son las áreas fundamentales en las que la falta de IE facilita la aparición de problemas de conducta en los estudiantes (Fernández-Berrocal y otros, 2008):

  1. IE y las relaciones interpersonales: una alta IE nos ayuda a ser capaces de ofrecer a los que nos rodean una información adecuada acerca de nuestro estado psicológico. Para poder controlar los estados emocionales de los demás hay que ser capaz, previamente, de manejar bien los propios estados emocionales. Las personas emocionalmente inteligentes no sólo son más hábiles para percibir, comprender y manejar sus propias emociones, sino también para extrapolar estas habilidades a las emociones de los demás. En este sentido, la IE desempeña un papel fundamental en el establecimiento, mantenimiento y calidad de las relaciones interpersonales.
  2. IE y bienestar psicológico: existen investigaciones que proporcionan un marco adecuado para conocer los procesos emocionales básicos que subyacen al desarrollo de un adecuado equilibrio psicológico y ayuda a comprender mejor el papel mediador de ciertas variables emocionales del alumnado y su influencia sobre el ajuste psicológico y bienestar personal, por ejemplo, el modelo de Mayer y Salovey.
  3. IE y rendimiento académico: la capacidad para atender a nuestras emociones, experimentar con claridad los sentimientos y poder reparar los estados de ánimo negativos va a influir decisivamente sobre la salud mental de los estudiantes y este equilibrio psicológico, a su vez, está relacionado y afecta al rendimiento académico final. Las personas con escasas habilidades emocionales es más probable que experimenten estrés y dificultades emocionales durante sus estudios y, en consecuencia se beneficiarán del uso de habilidades adaptativas que les permiten afrontar tales dificultades.
  4. IE y aparición de conductas disruptivas: las habilidades que incluye la IE son un factor clave en la aparición de conductas disruptivas en las que subyace un déficit emocional. Los alumnos y alumnas con bajos niveles de IE presentan mayores niveles de impulsividad y peores habilidades interpersonales y sociales, lo que favorece el desarrollo de diversos comportamientos antisociales.Nota
  5. Al alumnado capaz de regular sus emociones negativas y mantener las positivas le será más fácil desarrollar competencias más elaboradas relacionadas con la tolerancia a la frustración o la asertividad (por ejemplo, aceptar las críticas, defender su postura de forma no agresiva, etc. (Extremera y otros, 2004).

Docentes e Inteligencia emocional

La IE se establece como un predictor importante del funcionamiento social y personal de toda persona y se encuentra relacionada con un menor número de conductas desajustadas y con un mayor comportamiento adaptado. Como ya hemos mencionado anteriormente, la inteligencia emocional se relaciona con una serie de habilidades como son la percepción, la valoración y expresión de de las emociones, el acceso y generación de sentimientos, la comprensión de emociones o la regulación de las emociones. En el caso de los docentes, podemos hablar de una relación entre la IE y el ajuste personal y bienestar.

Actualmente nos encontramos ante un proceso de cambio de normativas relacionadas con la educación y de objetivos a conseguir en la etapa de escolarización. Asimismo, la afectividad y las emociones comienzan a convertirse en temas importantes a tener en cuenta en todo proceso de enseñanza y aprendizaje. El sistema educativo comienza a considerar las competencias sociales y emocionales de los estudiantes como objetivos a alcanzar, pues constituyen aspectos primordiales en su desarrollo y además se relacionan con el éxito académico.

No obstante, para que los estudiantes desarrollen habilidades emocionales y afectivas relacionadas con la IE, precisa de un docente que se convierta en su educador emocional.

En este sentido, la competencia social y emocional del profesorado resulta imprescindible para llevar a cabo procesos de enseñanza y aprendizaje efectivos en cuanto a la consecución de dichos objetivos se refiere. Por tanto, se trata de promocionar la inclusión socio-emocional en nuestras aulas, siendo conscientes de que el profesorado se consolida como el referente principal en relación a actitudes, comportamientos, emociones y sentimientos, para sus alumnos y alumnas en el aula.

Ello implicaría la inclusión de nuevos campos de trabajo relacionados con la inteligencia emocional como son la percepción, comprensión, regulación de las emociones, relaciones interpersonales, comunicación, etc. formando a docentes conscientes del papel que las emociones juegan en el aula.

Esta nueva incorporación conlleva implicaciones positivas en los resultados del trabajo diario de los docentes que afectan a los procesos de aprendizaje, a la salud mental y física, a la calidad de las relaciones sociales y al rendimiento académico y laboral que puede contribuir a generar un buen clima de aula, a disminuir el nivel de estrés propio de esta profesión, a la mejora de las relaciones interpersonales con el alumnado, etc. Se trata de proyectar durante su labor diaria una personalidad comprensiva que va más allá de la visualización de las conductas de los estudiantes, pues se ha de profundizar en las emociones que llevan implícitas dichas conductas, a la comprensión, a la creación de un clima de diálogo y entendimiento, escucha activa, etc.

 

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La formación «emocional» del profesor

La formación para el profesorado inicial ha de ir encaminada, entre otros aspectos, a preparar un profesorado capaz de crear entornos de aprendizajes positivos que fomenten el desarrollo, aprendizaje y bienestar del alumnado, a fin de ser el contexto educativo un precursor del reflejo más positivo que una sociedad debe demandar.

Un clima adecuado se relaciona con un desarrollo psicológico ajustado, un desarrollo saludable, un aprendizaje óptimo, la disminución de conductas disruptivas, buenas relaciones grupales y  empatía emocional. Cuando somos capaces de desarrollar en nuestro alumnado estas competencias emocionales básicas, será fácil establecer otras capacidades como su autonomía, responsabilidad y actitud crítica.

Cuando el equipo docente sabe educar emocionalmente, el alumnado disfrutará más  en la escuela, construirán más fácilmente su propia autoestima, tendrá un mejor rendimiento académico y una mejora de la creatividad, transcendiendo a ellos las  cualidades humanas del profesorado y originándose una disminución de los problemas  relacionados con la disciplina y favoreciendo un ambiente escolar menos agresivo (Dueñas Buey, 2002).

Aun así, nos encontramos en un momento de descubrimiento de la relevancia e influencia de la emoción en el trabajo en el aula en el que muy pocos centros escolares tienen establecidos contenidos y Objetivos relacionados con la inteligencia emocional.

La responsabilidad del desarrollo socio-afectivo del alumnado partirá como todo proceso educativo de la concordancia y armonía  entre la familia, pues es el modelo emocional básico y conforma el primer espacio de socialización y educación emocional y por otro lado el ámbito formal educativo, donde el profesorado, con respaldo de las leyes educativas, conformarán contextos educativos emocionalmente inteligentes.

Nuestro curso «Inteligencia Emocional y Resolución de Conflictos» es una herramienta invaluable para los profesores que desean mejorar su capacidad para gestionar las emociones en el aula y resolver conflictos de manera constructiva.

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Laura Molina García
Laura Molina García
Actualmente desarrolla en AFOE la coordinación y docencia de acciones formativas postgrado para de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) y Universidad Nebrija (Madrid). Docente en los planes de Formación Continua de la Diputación de Sevilla. Instructora acreditada en Mindfulness. Licenciada en Pedagogía, Máster universitario en Género e Igualdad, Máster universitario en Mindfulness, Experta universitaria en Educación Social y Experta universitaria en Tutoría y Enseñanza E-learning

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